A una anciana que me ofrece flores
Huele, me dice, y me tiende
un clavel blanco y pequeño
como el desgarro de un sueño
que, abatido, me sorprende.
Luego murmura: no vende
ya un clavel de los mejores.
Alivia sus sinsabores
y sentencia, como absorta,
con esta crisis, qué importa,
nadie quiere ya unas flores.
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Ayer estuve en pleno centro de Córdoba y observé, nuevamente, la tristeza que se respira este año por todos sitios. Vacías las tiendas, las pastelerías, hasta las atracciones navideñas. No hay ese ambiente festivo que tanto me ha gustado siempre.
ResponderEliminarNo, no están los tiempos para flores. ¡Qué pena! Lo retratas a la perfección en tu décima.
Querido Emilio, este es el signo de los tiempos actuales, gracias por tu generoso comentario, y por tu llamada de hoy.
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