Perezosos, blancos, lentos
acudís en tropa urgente
hasta esa mano inocente
que hace grandes aspavientos.
Exasperados y hambrientos
-cuá, cuá, cuá- todo son gritos
y con ojos infinitos
de patosa decepción
comprobáis, con aflicción,
que eran sólo gusanitos.
De la meditación a la oración
Hace 1 semana