domingo, 4 de diciembre de 2011

Laocoonte

Este reptil sin clemencia
con el que habito y que lidio
es una sierpe, un ofidio
que constriñe mi existencia.
Acecho tenaz, presencia
que dormita o se revuelve
y en su veneno disuelve
esta lucha sin escudo
cuando, apretando su nudo,
se retuerce cuando vuelve.

4 comentarios:

  1. maravilloso ingenio y deliciosa medida, placer de la palabra palpitante y precisa. Bravo.
    Me alegra conocer tu blog, al que me envía Antonio Montes. Un gran saludo.
    saludos blogueros

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  2. Gracias por sus palabras, José Antonio. También como he hecho esta misma mañana con Antonio Montes le agradezco de verdad sus afectuosas palabras. Un cordial y agradecido saludo.

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  3. Me encanta la décima de hoy. Es muy profunda y dice mucho. Nada más empecé a leerla me recordó (creo que por el estilo) a La Casa de Asterión de Borges.

    Me encanta el tema elegido y espero que algún día se libre de esa serpiente que le aprieta.

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  4. Gracias como siempre, Euclides. Hay ocasiones en las que las serpientes están más quietas y adormecidas y otras más silbantes, pero nada importante y que no conozca bien. Un abrazo.

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