Este reptil sin clemencia
con el que habito y que lidio
es una sierpe, un ofidio
que constriñe mi existencia.
Acecho tenaz, presencia
que dormita o se revuelve
y en su veneno disuelve
esta lucha sin escudo
cuando, apretando su nudo,
se retuerce cuando vuelve.
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maravilloso ingenio y deliciosa medida, placer de la palabra palpitante y precisa. Bravo.
ResponderEliminarMe alegra conocer tu blog, al que me envía Antonio Montes. Un gran saludo.
saludos blogueros
Gracias por sus palabras, José Antonio. También como he hecho esta misma mañana con Antonio Montes le agradezco de verdad sus afectuosas palabras. Un cordial y agradecido saludo.
ResponderEliminarMe encanta la décima de hoy. Es muy profunda y dice mucho. Nada más empecé a leerla me recordó (creo que por el estilo) a La Casa de Asterión de Borges.
ResponderEliminarMe encanta el tema elegido y espero que algún día se libre de esa serpiente que le aprieta.
Gracias como siempre, Euclides. Hay ocasiones en las que las serpientes están más quietas y adormecidas y otras más silbantes, pero nada importante y que no conozca bien. Un abrazo.
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