A mi hijo Jesús, en su cuarto cumpleaños.
Ley de vida sin clemencia.
Pasa el tiempo, cuatro años.
Va, sin grandes desengaños,
por la senda tu inocencia.
Con qué júbilo, qué urgencia
cuatro velas soplas fuerte
mientras tu infancia convierte
la existencia en feliz juego
que ignora el desasosiego
y las sombras de la muerte.
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Hermosísima esta décima dedicada a tu hijo. Buen día para nacer.
ResponderEliminarGracias, querido Emilio. Aquí andamos hoy de velas, tarta y cumpleaños infantil. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminar¡Qué mejor, amigo Enrique, para comenzar el año con buen pie! Lo que yo daría por cumplir ahora cuatro años...
ResponderEliminarYo me conformaba con cumplir veinte, Emilio.
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