Ráfaga, limbo, aureola
de una luz que no se acaba.
La luna a los pies, esclava
y esclava en el mar la ola.
Qué vuelo en celestes, sola
sobre la altura y su brillo
cuando ante el trazo sencillo
de este azul en alborozo
dicen los labios, con gozo:
una Virgen de Murillo.
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Merecido homenaje a uno de nuestros grandes pintores como tambien lo fue el dedicado a Aleixandre. Enhorabuena por su constancia.
ResponderEliminarGracias como siempre, estimado Roque. La certeza de que tengo en usted un seguro y fiel lector contribuye a mi constancia.
ResponderEliminar...Y a otros tantos lectores mas, seguros (que estamos calladitos) pero que disfrutamos a diario de sus décimas.
ResponderEliminarGracias, Euclides. También te sé lector seguro y cercano. Un abrazo
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