Calma y paciencia, el anzuelo
arrojado a la ribera.
Verde, oscura, pasajera
murmura el agua su anhelo.
Guarda la caña con celo.
Tira del hilo con brío
y sin ningún desvarío
-un pescador sin dobleces-
cada vez que pesca peces
vuelve a arrojarlos al río.
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