Sangre, sangre, luz del día
que menguante se detiene
porque una mano sostiene
el ocaso –tentudía-.
Toda la caballería
a su firme voz de mando.
Su nombre se va agrandando
y en Al Andalus el agua
llora y maldice la fragua
de la espada de Fernando.
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Aunque pasen dias y no diga nada,sigo ahí fiel a sus bellas décimas.Todas me gustan ,pero en especial las despedidas y entradas de los meses que se van sucediendo.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, Tessa. Un cordial saludo.
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