Sombra, dolor, barricada,
mundo oscuro en pie de guerra
y, por todo mar y tierra,
la inocencia traicionada,
desazón, puñal, espada,
ambición en lo profundo,
insolidario, errabundo
del hombre el hombre enemigo,
mezquindades sin castigo,
oscuridades del mundo.
Mas después, en la balanza,
ancha sonrisa de niño,
mano que tiende el cariño
a quien no puede ni alcanza,
honradez, lucha, esperanza
de este sueño en el que abundo,
generoso, en un segundo,
el hombre del hombre hermano
y, en la palma de la mano,
la luz intacta del mundo.
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Amigo Enrique, la poesia excluye cálculo y premeditación: es inconclusión, presentimiento, abismo. Ni geometría ronroneante, ni sucesión de adjetivos desangrados. Todos estamos demasiado heridos y demasiado decaídos, demasiado fatigados y somos demasiado bárbaros en nuestra fatiga como para encima apreciar el "virtuosismo".
ResponderEliminarMe trastorna esa balanza justiciera por inimaginable en nuestras vidas.
Un abrazo, Eugenio.-