Tierra lejana, infinita
en la ribera del Duero,
con aquel recto sendero
junto al cauce hasta la Ermita.
Hoy no sé por qué a la cita
de tu recuerdo yo acudo.
Con amor distante y mudo
que le debo a mi ascendencia
dejo sangre por herencia
junto a un álamo desnudo.
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Hermosa décima, en verdad. La tierra metida en el alma del gran Antonio que cambió el naranjo por el álamo, el Guadalquivir por el Duero. He estado en ese paseo hace muchos años, cuando me hice andando los caminos desde la ciudad hasta las picachos pinados de Urbión. Soria única, mínima y precisa, intimista, a la que un andaluz como Machado cantase desde la visión más sincera del alma.
ResponderEliminarYo tengo ascendencia soriana, Emilio, tal y como digo en la décima, de Soria eran mis abuelos y bisabuelos. También anduve aquel camino hace ya muchos años, acompañado por los versos y los álamos de Machado, álamos dorados del camino en la ribera del Duero, entre San Polo y San Saturio, tras las murallas viejas de Soria, hacia Aragón, en castellana tierra, y visité otros enclaves machadianos, como el pinar de Vinuesa y la Laguna Negra, donde el jabalí del monte y el ciervo y el corzo abrevan... Vaya la sencilla décima en homenaje a Soria y recuerdo de Antonio Machado, y gracias por tu comentario.
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