¿Quién, tras la simple apariencia
y estas silabas que junta,
habita tras la pregunta
y es caricia siendo ausencia?
¿Quién escribe en la conciencia
y corre de todo en pos?
Ráfaga, rayo veloz
que a su fuerza todo anuda,
¿quién es gozo, sombra, duda,
canto, dicha, fuente y voz?
¿Quién escapa? ¿Quién regresa?
¿Quién es Nombre tras los nombres?
¿Quién por amor a los hombres
desbarata su promesa?
¿A quién niega si está presa
la existencia en el dolor?
¿Quién, entre tanto fragor,
se hace invisible en la bruma
siendo eterna Luz que suma
de la luz el esplendor?
¿Quién, silencioso, acompaña
mi silencio cada día?
¿Quién vigila? ¿Quién espía?
¿Quién me alienta? ¿Quién me daña?
¿Quién susurra –cosa extraña-
eres uno y somos dos?
¿Con quién quiere, tras mi adiós,
mi palabra estar fundida?
¿Quién late tras tanta vida?
La respuesta a todo es Dios.
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Hace algun tiempo dedicó una poesia a la Fe, que tengo entre mis favoritas y que leo con frecuencia. A partir de hoy, añadiré ésta. Sencillamente magnifica.
ResponderEliminarSin palabras...
ResponderEliminarGracias como siempre, guanche. Y también a ti, cómo no, Euclides, por tu exceso de generosidad.
ResponderEliminarPreciosa esta"Oración para una mañana de otoño".Estoy emocionada.
ResponderEliminarMuchas gracias, Tessa.
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