Recia y compacta, destino
siempre, al fin, de nuestro paso
cuando contempla el ocaso
solo el hombre en su camino.
Si al morir une su sino
-breve nombre- nos aterra.
Palabra donde se encierra
el misterio en lo profundo.
Poderoso hondón del mundo.
Hablo, claro, de la tierra.
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Enrique, te he imaginado en el puesto de vigía de La Pinta recitando esta décima al avistamiento del nuevo continente y los tripulantes de la carabela con cara de asombro. Bromas aparte, la décima es genial como la famosa frase de Rodrigo de Triana.
ResponderEliminarYa hubiera querido ser yo protagonista de esa escena, José Luis, como lo fue ru ilustre paisano, pero mucho me temo que a esas alturas la tripulación no hubiera estado para décimas espinelas... Agradecido como siempre por tus comentarios, que el último me inspiró una décima.
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