Ínclitas razas ubérrimas,
sangre de Hispania fecunda,
que por desgracia hoy abunda
en políticas paupérrimas.
Mentes propensas, acérrimas
a fatales desgobiernos,
sumidas en los avernos
del más cutre y vil marasmo,
vuelva el antiguo entusiasmo.
Salve, espíritus fraternos.
¡Salve, don Enrique! Y ojalá volviera ese entusiasmo, que falta nos hace.
ResponderEliminarClaro que sí, Antonio, que nos tienen entre todos con él ánimo por los suelos... Agradezco la respuesta a mi salutación. Un cordial saludo.
ResponderEliminar