En tu retina extraviada
-pupila abajo y arriba-
va remando a la deriva
tu inocencia. Luego, en cada
afanosa cucharada
que te llevan con paciencia
a los labios, sin urgencia,
tu saliva se hace mar
porque pueda navegar
tal velero de inocencia.
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Una décima notable la de hoy en este blog que se nos va haciendo imprescindible a sus crecientes seguidores.
ResponderEliminarGracias, anónimo, pero qué raro eso de tener seguidores anónimos. Los prefiere uno con nombre y apellidos. Muy agradecido, en cualquier caso.
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