Aquella confitería
de Antonio. Y aquella ojiva
de la iglesia, calle arriba,
frente al de la lotería.
Siempre en la panadería
Amalia al pie del cañón.
Calle Alhóndiga –rincón
a estrecha calle Almudena-.
Muchos se fueron. Qué pena
que envejezca el corazón.
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Tras unos dias sin entrar en su blog compruebo , con alegria, que sigue escribiendo una decima diaria.He leido las atrasadas y me han gustado,; pero la de hoy es especial porque ,tambien a mi , me trae recuerdos.Durante años conoci los lugares y personas que usted menciona.Sigo su blog con interés.
ResponderEliminarGracias anónimo, ya veo que tomaba que alguna vez compró pastelitos pequeñitos en la Confotería Santa Catalina.
ResponderEliminarAcaba usted de taladrarme el corazón, el mismo que se quedó en la calle Gerona, junto a los futbolines y a mi infancia.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, Dama. Qué bien encontrar lectores que conocen y llevan tan dentro todos estos rostros y escenarios. Un abrazo.
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