Dama muda, amante mía.
Siempre triste encarcelada.
Si faltara tu mirada
la vida me faltaría.
Caricia de noche y día
que esclaviza a quien la ama.
Espina y lirio. Retama
agreste de un bosque oscuro
a cuyo solo conjuro
la claridad se derrama.
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Acaso en la adivinanza se esconde la musa del poeta cuya constancia y elevación debe agradecer tanto el bloggero como efectivamente agradecen sus lectores.
ResponderEliminarGeneroso anónimo, cómo le agradezco que me presuma ese trato cotidiano y cercanísimo con las musas. En cierta y forma y en sentido amplio sí que puede esconderse alguna, muy agazapada y a disgusto, tras mis versos, pero me temo que la solución de la adivinanza es más vulgar y prosaica: la insulina. Un abrazo.
ResponderEliminarque bueno!
ResponderEliminarGracias, Dama. Era una adivinanza muy personal.
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