Sin desazón de su madre
-lanzado al suelo con prisa-
mi hijo, con gran sonrisa,
rompió el reloj de su padre.
Ante tamaño desmadre
reprendí yo al infractor
y precisamente por
este esfuerzo educativo
me llevé yo el correctivo:
-que es muy chico, por favor.
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el poeta ha dado en el clavo. qué razón tiene!
ResponderEliminarSe agradece la coincidencia de criterio. Veo que la rotura infantil de relojes y situaciones análogas que dan lugar a estas mínimas discrepancias son hecho frecuente.
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