viernes, 9 de abril de 2010

Mazagón

A José Carlos Ballester.


Este mar quieto y calmado
de transparente cristal.
Aroma a resina y sal
que me viene del pasado.
Este verde lacerado
de los pinos en la umbría.
Este monte que subía
afanada mi niñez.
Este espacio sin doblez
donde fui feliz un día.

2 comentarios:

  1. Querido Amigo:

    Gracias por la dedicatoria de un poema que no puede sino emocionarme por evocarme ese espacio sin doblez donde fuiste feliz que también fue el mío.

    Y rescato de mi cuaderno algo para corresponderte. Aunque no tenga ni por asomo igual pericia con la pluma que tú, va con el mismo cariño y con la misma nostalgia de aquella casa de persianas amarillas frente al mar y rodeada de pinos que cobijó a los niños que fuimos:

    A Enrique

    Ya no es el mismo mar antaño inmenso.
    Hoy su concha un juguete no es siquiera,
    sino esqueleto de la almeja que era,
    y el horizonte ya ni azul descenso.

    No cabe ya en un hoyo el mar que espera.
    Ya la orilla reloj de arena y pienso
    que hasta Neptuno falta de su censo.
    Ya la ola como si última ola fuera.

    Ya no es el mismo mar de cubo y pala,
    de volar de avioneta entre gaviotas
    lanzando de Nivea mil pelotas.

    Mar de pistola de agua el que hoy recala,
    de caracolas mudas por la bala
    letal que al niño ayer pinchó sus flotas.

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  2. Gracias, querido José Carlos, me ha emocionado tu respuesta. A Neptuno lo borraron del censo a base de hormigón y pesadas piedras. Un fuerte abrazo.

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