A Antonio Murciano.
Milagro extraño y sencillo
que es inmenso por pequeño.
Surcaba el cielo sin dueño
de este febrero sin brillo.
Dorada como el anillo
del sol sobre La Caleta
hasta el hombro de un poeta
cabalgando espuma rota
ha venido una gaviota
a posarse en la chaqueta.
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