Blanca y cóncava, fachada
donde el sol deja su abrazo
con reflejos, como un trazo
en la tarde serenada.
Tantas veces contemplada
desde alguna bajamar.
Encontrarte es como hallar
la belleza de un tesoro:
esa cúpula de oro
como un sueño junto al mar.
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Me gusta mucho la Catedral de Cadiz a la que si no me equivoco dedica usted hoy su decima. Por razones obvias me encantan las ciudades con mar, y creo que a usted tambien.
ResponderEliminarGracias, guanche. Se ve que, al igual que yo, también debe haber visto esa cúpula encendida desde la distancia de alguna bajamar o la altura de alguna terraza.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho lo de la catedral de Cádiz.De joven veraneaba en esa ciudad y me encantaban sus calles,sus plazas, su catedral...todo.Me ha hecho recordar con nostalgia aquellos lejanos años.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Maica. Me alegra que esta décima le recuerde los veranos y escenarios de su juventud. Un abrazo.
ResponderEliminarNo se que tienen las gaviotas, sobre todo si tienen nombres propios y se convierten en oro alado, que termina uno por enamorarse de Cádiz, y si es sevillano mejor.Ya lo dijo Fernando Villalón, el mundo se divide en dos grandes partes: Sevilla y Cádiz.
ResponderEliminarClaro está que luego vienen los pinos del coto y los tambores del Rocio y las otras gaviotas, las que vuelan sobre Punta Umbría. Digamos, pues: Sevilla, Cádiz y Huelva. De momento...
Me parece, campo de azur, que no es la primera vez que cita a Fernando Villalón a propósito de una de mis décimas, si bien en anteriores ocasiones embozado bajo la máscara de gaditano...
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