Simple el juego, muy sencillo.
Eran seis escarabajos
sin salida, sin atajos,
por los huecos de un ladrillo.
Allí ganaba el más pillo
el laurel de la victoria.
No sé a cuento de qué historia,
qué añoranza, de repente,
este juego intrascendente
me ha venido a la memoria.
El profundo sosiego de las cosas
Hace 4 horas
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