Pecho firme, voz de trueno
que en la tarde, a manos llenas,
me cantaba a mí las Penas
de Jesús el Nazareno.
Ya el tiempo, dardo y veneno,
cumplió su siniestro rito.
Hoy quiero dejarte escrito
-barrio en sombra en distancia-
que siempre, para mi infancia,
su Padrenuestro es tu grito.
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Hermoso homenaje para alguien, que, aunque no naciera aqui, era un trozo de nuestra ciudad. Un abrazo. Salvador Casado
ResponderEliminarUna presencia siempre alegre y constante en Santa Catalina, y una voz imprescindible de la Semana Santa que tanto amamos. Descanse en paz. Un abrazo, Salvador.
ResponderEliminarBonito homenaje mi querido compañero y amigo.
ResponderEliminarAl leer tus octosílabos, aquí encerrado en el preludio del acto de mañana, me ha venido a la mente la imagen del Cristo del Amor, en la rampa del Salvador con la única voz en la plaza de Pepe Peregil (DEP).
Vale,
Pues se te vino, sin duda, una buena cosa a la mente, querido amigo. Suerte y ánimo con ese acto de mañana, al que habrá que rendir un homenaje octosílabo. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarYo iba a escucharle los martes santos frente a su casa, era una de nuestras tradiciones y se nos pierde un poco con él. Descanse en paz.
ResponderEliminarAsí es, Francisco. Algo se pierde dentro de nosotros con la muerte de una persona que resultaba familiar en nuestras vidas, o teníamos asociada con momentos concretos. Descanse en paz, como bien dices, y un abrazo.
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