Evanescente, huidiza,
brillo oculto y persuasión,
advenimiento, intuición,
esmeralda entre ceniza.
Nunca muere ni agoniza
pues habita en lo profundo.
Fracción sola de segundo
que parece eternidad.
Conocimiento y verdad.
Belleza, motor del mundo.
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No sé, Enrique, querido amigo, cómo puedes tener tanta imaginación poética para clavarnos tu dardo de cada día. ¡La belleza...!
ResponderEliminarRescato para ti aquella antigua soleá que fragüé allá por 1970:
¡Mira si era bonita
que quise parar el tiempo
porque todo lo marchita...!
Gracias, querido Emilio, por tu comentario y por la soleá rescatada que me traes, hermanada en el afecto, que cada vez va doliendo más la muñeca del diario lanzamiento de los dardos... Un fuerte abrazo.
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