domingo, 24 de octubre de 2010

Amanecer de domingo

Entre las ramas desnudas
el día se despereza
mientras baña con tibieza
el sol las fachadas mudas.
Las palomas, testarudas,
acompasan el arrullo
y en apenas un murmullo
un ligero viento avisa
que va el otoño sin prisa
apurando el tiempo suyo.

4 comentarios:

  1. Ahora,jubilada,me gustan más los domingos.Me gusta tu décima de hoy y también que el otoño vaya sin prisa.Si pudiera,siempre seria otoño para mi.
    Muy buenas también la del Ángel invisible y la de Córdoba,ciudad que me atrae mucho.
    Sigues tan fecundo cgmc siempre.Un abrazo.

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  2. Las palomas, enemigas del paisaje con su molesta presencia tan angelical.
    Tu verso, como siempre, sublime.

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  3. Muchas gracias, Maica. Qué bien que la jubilación dé tan grata perspectiva de los domingos...

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  4. Muchas gracias por tu amable elogio, Dama, tanto como por tu justo recuerdo de los riesgos que acechan tras los arrullos de paloma...

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