viernes, 8 de octubre de 2010

Aracena

Tras de la calma que encierra
la ondulación de los llanos
con sus repliegues ancianos
se quiebra y rasga la tierra.
En la entraña de la sierra
late en silencio el nogal.
El lentisco es un puñal
que incendia y vuelve en ceniza
de la tarde que agoniza
los reflejos de cristal.

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