lunes, 11 de junio de 2012

Un rostro del pasado

¿Qué quedó de la pasión
que por ti sentí una vez
cuando el tiempo y su doblez
alumbraron la razón?
Las penas del corazón
son a veces cosa extraña.
Ayer con mirada huraña
sentía celos de tu aliento
y hoy celebro muy contento
que es otro quien te acompaña.

4 comentarios:

  1. Ya veo que no recuerdas que Casa Hilaria debía su nombre a la persona que lo regentaba y que, la mayoria de las veces, estaba cobrando en la caja o vigilando su negocio.La falta de luz es tremenda, porque no solo te sume en la oscuridad sino que te impide acciones cotidianas que ni te acuerdas que necesitan electricidad. En cuanto a lo del aire acondicionado, que puedo decir yo que lo tengo y que no lo puedo poner no se sabe bien por que. La décima de hoy me encanta. Que cierto es lo que dices y que bien lo expresas.

    ResponderEliminar
  2. Guanche, es el síndrome de la maldita lectura rápida, en el mejor de los casos, o de mi progresiva falta de vista ante la pantalla del ordenador, en el peor. Ayer leí en tu comentario que te acordabas de "la casa de Hilaria", y no de la "cara de Hilaria", de ahí que te dijera que conocía su establecimiento comercial, pero no su domicilio... Abrazo sin aire acondicionado. Consuélate pensando que si no lo pones no hay ocasión de avería irreversible del compresor.

    ResponderEliminar
  3. Qué bonito Enrique!!!

    No entiendo muy bien lo de "cuando el tiempo y su doblez alumbraron la razón?", supongo que soy una ignorante de la poesía, pero el que no pregunta es ignorante una sola vez.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Gracias, anónimo. No sé si alcanzaría a explicar esos versos… En el fondo quería hacer girar el contenido de la décima sobre la idea de pasión frente a razón como espejos enfrentados; pasión ayer, razón hoy, tumultuoso sentimiento del pasado, indiferencia del presente. Lo que produce el cambio, el tránsito de una a otra, de esa pasión antigua a la indiferencia, al olvido, en suma, a la razón del olvido, es el tiempo y su doblez, doblez no como parte de algo que se dobla, que es una de sus acepciones, sino como astucia o malicia en la manera de obrar. Así, el tiempo y su doblez, su astucia, su malicia, su sabiduría, en suma, alumbran o hacen nacer la razón, el análisis claro y “desapasionado”, el convencimiento de que se sintió una vez un amor que nos hirió pero que en el presente resulta enteramente irrelevante. Agradecido por tu lectura.

    ResponderEliminar