Pequeñitos, con sus brillos
de azabache o de carbón,
su inconfundible canción
entre los pinos sencillos.
Son mis amigos, los grillos,
con su modesto cantar.
Si alguien me quiere elogiar
por mis décimas un día
digan que en mi poesía
fui yo un grillo junto al mar.
Jauría
Hace 2 horas
¡Precioso! A los antiguos griegos los enamoraba el canto de las cigarras, cosa que resulta como mínimo curiosa. Con los grillos no es lo mismo: no los asocia uno al calor tórrido de las horas de más sol, sino al frescor y a la placidez de las noches.
ResponderEliminarUn saludo muy cordial.
Así es, Antonio, pero también arrastran los pobres grillos cierto descrédito despectivo, aquello de Machado del "coro de los grillos que cantan a la luna", o el propio "Pepito Grillo". Yo los adoro. Un abrazo.
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