Ay gozo viejo, cristal
que preserva la memoria
si la vida trae en su noria
otra vez el tiempo igual.
Campana que, cada cual,
acompasa a sus anhelos
cuando sin sombras ni duelos
vuelve a ofrecernos la vida
miel en dulce bienvenida,
nazarenos, caramelos.
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Jamás deberían cambiar la fisonomía de esta confitería que tan excelentemente retratas en tu décima, escaparate naif y entrañable en estos días de prólogo a la Semana de Pasión. ¡Cuántas veces me llevaba mi padre a darme un dulce capricho...!
ResponderEliminarGracias, Emilio. Ese escaparate forma parte de la memoria sentimental de muchos sevillanos, esperemos que dure años y no pongan de aquí a poco tiempo una franqucia de esas al uso.
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