Adiós agua, agua madura,
agua que el tiempo me trajo,
solitario contrabajo
que no quiso partitura,
llama libre en la premura
del incendio de la vida.
Mira si es leve la herida
que la piel no la traspasa,
agua que vino y que pasa
porque va de despedida.
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Enrique, ha sido un placer compartir contigo esas pequeñas horas de la tarde. Fui corriendo no solo para coger el autobús, también para encontrarte entre tus prisas.
ResponderEliminar¿Es este el poema?
Sí, este era.
ResponderEliminarBueno, como ves no podemos interpretar nada hasta conocer directamente a las personas y vivir las experiencias cara a cara,sin tener en cuenta la opinión o comentario de los demás.
ResponderEliminarSinceramente al leer el poema siento más de lo que escribes.
Enrique, no fue solo en la piel esa herida, y aunque soy muy despistada, también, muy observadora.
En mi blog, tienes mi correo.
Un beso.
Lourdes, tiene uno tan pocos seguidores que cuando alguno se marcha qué menos que dedicarle una décima... Me alegró conocerte y comentártelo. Un abrazo y a ver si pronto coincidimos en algún otro acto literario.
ResponderEliminarSi me avisas y quieres, iré para compartir.
ResponderEliminarGracias.