domingo, 10 de julio de 2011

Anciano en una plaza

Por el tiempo ya forjado
en heridas y en distancia.
Lejos, muy lejos la infancia.
Permanece aquí sentado.
De su bastón soleado
pulsa el borde con un dedo
y, sin pena ni denuedo,
algo en sus ojos advierte
que al acecho de la muerte
ni siquiera tiene miedo.

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