jueves, 9 de junio de 2011

Rociera a caballo

Todo el oro de la arena
se adormece y pide tregua
cuando el paso de tu yegua
cruza la tarde serena.
Menuda diosa morena
por el cielo de un sendero.
El sol, bajo y lastimero,
se consume en sus enojos
porque le roba tus ojos
la cinta de tu sombrero.

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