Hoy quiero cantar el brillo
de tu risa en los tejados
cuando con filos dorados
prende tu fuego sencillo.
Pequeño hermano amarillo
de iluminada humildad,
goza ufano tu verdad
y que se queden las rosas
soberbias y silenciosas
disfrutando su heredad.
El profundo sosiego de las cosas
Hace 3 días
Me ha llamado la atención que al cantar al jaramago invoque usted la soberbia de la rosa, porque la idea coincide con un poemilla que me enseñó mi madre hace ya muchos, muchos, años, Quizás fue la primera poesía de la que supe en mi vida: Hablaba de una rosa que crecía en un montón de basura y que por ello se quejaba... así llorosa decía: Qué pena, qué aflicción, qué afrenta tan vergonzosa... El estiercol le hacía una llamada a la humildad, advirtiendole de su inmediato futuro... Llegará la noche oscura/ y tus hojas perfumadas/ se caerán deshojadas/ para aumentar mi basura.
ResponderEliminarMi estimado y oportuno anónimo, qué curiosa la evocación que le trae mi décima al jaramago, pues yo conozco y recuerdo bien ese fragmento. Me lo recitaba mi padre de niño para ponderar la excelencia de la modestia, los riesgos consustanciales a las humanas y mundanas vanidades así como para prevenirme, imagino, sobre la fragilidad de la belleza y su inexorable destino al hilo de la grave aflicción de la rosa y del cruel y premonitorio rapapolvo del estiércol. Me alegra que estos versos le hayan traído el recuerdo de su madre y de su infancia. En cuanto a la soberbia de la rosa es un lugar común. Dice de la rosa Sor Juana Inés de la Cruz en un bello soneto que el morir desdeña, y luego llama engañosa a su existencia y necia a su vida:
ResponderEliminarCon que con docta muerte y necia vida
viviendo engañas y muriendo enseñas.
Un abrazo.
De vuelta al calor y al trabajo, encuentro que el blog sigue su curso como siempre. Me ha encantado la decima de hoy que ensalza dos virtudes, no muy frecuentes, para mi fundamentales: la humildad y la modestia . Que coincidencia tan entrañable que tanto usted como anonimo conozcan ese pequeño poemilla cuya belleza se intuye a traves de las pocas lineas que transcriben. Me gustaria conocerlo entero, si algun dia tiene tiempo para escribirlo. Tambien me gusto mucho la decima dedicada a la claridad, cuya definicion me ha parecido brillante. En cuanto a Santa Rufina ,la verdad es que me queda un poco lejos. Sera porque soy un usuario habitual del tren y le tengo mas simpatia a Santa Justa. Al igual que mara admiro de forma especial a Antonio Machado, asi que me han resultado muy interesantes los comentarios de anonimo.
ResponderEliminarEstimado Guanche, sí que es una entrañable coincidencia, sí. Qué bien que sea usted también sensible a la quejumbrosa aflicción de la rosa y a la prepotente chulería del estiércol. Siento no poder transcribir la pieza pues sólo recuerdo, y vagamente, las dos inspiradas estrofas que transcribe el anónimo. Sí recuerdo íntegro, en cambio, otro entrañable canto a la humildad y a la modestia del que era igualmente destinatario infantil, que como veo que es tema que le interesa transcribo con gusto para usted:
ResponderEliminarDijo a la peña el torrente;
Y por hendirla, rugiente
Sus ondas precipitó.
Cayó en rápida cascada,
Creció su fiereza loca;
Mas nada alcanzó: la roca
Inmutable apareció.
En pos humilde arroyuelo
Lento llegó susurrando,
E igual bien, con eco blando
Osó al peñón demandar.
Y gota a gota,. cual lágrimas
Cayendo en la piedra dura,
Consiguió su linfa pura
El rudo escollo horadar
-Rechacé al audaz torrente
-la hendida peña decía-
¿Quién, cobarde, accedería
a su odiosa hostilidad?
Mas del arroyuelo humilde
Las súplicas me avasallan.
Qué distinta suerte hallan
La soberbia y la humildad.
Qué cabeza la mía, Guanche. Olvidé el primer verso. Era algo así como Aparta, sañudo o Déjame paso, sañudo.
ResponderEliminarEntre rosas, jaramagos, arroyuelos y torrentes los comentarios de hoy se han convertido en una especie de ejercicios espirituales. Desde luego, la decima que ensalza la humildad del jaramago frente a la supuesta prepotencia de la rosa ha tenido una gran derivacion. Espero tener algun dia la oportunidad de conocer el poema que su padre le recitaba de pequeño. Muchas gracias por transcribirme este otro tambien de su infancia, que curiosamente conocia y que he recordado con nostalgia y placer.
ResponderEliminarEstimado Espinelete.
ResponderEliminarMuy bella la décima de hoy y los comentarios que ha suscitado. Me gustaría, como Guanche, conocer el poema de la rosa y el estiercol. Pido a Anonimo, si lee este comentario y no le importa, que la transcriba.
Un saludo
Gracias, Mara. Aquí queda registrada su petición al anónimo, aunque estas sean fechas vacacionales y de trasiego, por si lee su comentario.
ResponderEliminarExisten los elegidos para quienes las cosas bellas significan únicamente belleza.
ResponderEliminarWilde.
Estimado autor y queridos elegidos , hoy me recompongo con la belleza.
Sólo puedo decirle que gracias por acompañar mis versos, anónimo. Es importante par mí sea usted quien sea.
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