Perezosos, blancos, lentos
acudís en tropa urgente
hasta esa mano inocente
que hace grandes aspavientos.
Exasperados y hambrientos
-cuá, cuá, cuá- todo son gritos
y con ojos infinitos
de patosa decepción
comprobáis, con aflicción,
que eran sólo gusanitos.
La lúgubre góndola
Hace 2 días