Tranquila labor paciente
en la franja de la arena.
A la anciana, en su faena,
contemplamos lentamente.
Vida igual la de esta gente
en soledad punta al mar.
Educada, al observar
-padre y niño- a dos espías
nos saluda: buenos días,
liadilla en remendar.
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Preciosa décima marinera que me lleva a mis días felices de Isla Cristina. ¡Felicidades!
ResponderEliminarVeo tu comentario tras unos días fuera de Sevilla, Emilio, gracias y un fuerte abrazo.
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