Qué tristeza quejumbrosa
presta el eco a la campana
cuando en la fría mañana
tañe lenta, temblorosa.
¿Tañe? No. Digo solloza
con el peso de su herrumbre,
siempre fiel a su costumbre
de llamar temprano a misa
mientras esparce en la brisa
su monótona quejumbre
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Me sigue gustando la lectura de sus decimas. Muy bonito este eco de campanas que a mi, como muchos de sus poemas, me evoca los tiempos pasados.
ResponderEliminarA mí me sigue alegrando que los ecos de mis versos le recuerden su pasado, Roque.
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