jueves, 6 de octubre de 2011

Paseo por la Judería

Soledad, plaza vacía,
calles solas, tiempo quieto
tal si guardara un secreto
esta antigua Judería.
Otoñal melancolía
de la tarde azul y clara.
Un extranjero se para
y mira, curiosamente,
porque en la casa de enfrente
nació Miguel de Mañara.

4 comentarios:

  1. Qué fácil y difícil, a la vez, es la décima. Qué exacta arquitectura. Tiene velocidad y freno, mesura y cadencia, pero ritmo desorbitado. Qué difícil es retratar es diez renglones lo que en un soneto equivaldría a catorce, en un romance la eternidad del creador, y en un poema libre lo que tarde el poeta en despejarse de los vapores del brandy.

    ResponderEliminar
  2. Qué cierto, Emilio, y cómo te agradezco tu comentario. Esa referencia final a los vapores del brandy, descendiendo al terreno del buen humor, me ha traído a la cabeza algo que he leído esta tarde:

    Si una fuerte fiebre te agota y domina,
    sin hacer efecto la penicilina,
    deja los potingues, no seas majadero;
    si ahuyentar pretendes la tuberculosis,
    toma buena dosis de TERRY PRIMERO.

    Por no hablar del afamado y sabiamente promocionado anís del Topo, que a buen seguro resultaría tremendamente inspirador. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Muy bonita esta décima.
    ¿Qué hay más hermoso que un tranquilo paseo por la Judería una tarde de Octubre? Precioso. Tuve la suerte de vivir un año allí y cada tarde daba un pequeño paseo (no había tiempo para más)y cada día me maravillaba más de la belleza de esas calles retorcidas. No había un día en que las mismas plazas y rincones no me sorprendieran.

    Gracias.

    ResponderEliminar
  4. Vaya, y yo sin saber que andabas tú por la Judería, Euclides, no demasiado lejos de mi casa. Me he tenido que enterar por una décima. Un abrazo y gracias, como siempre, por tus lecturas y comentarios.

    ResponderEliminar