Esquivas sombras secretas
que en las calles enredadas
dibujáis en las fachadas
desiguales siluetas.
Contraluz, reflejos, vetas
de la tarde oscurecida.
Sombras que son como herida
donde el hombre, acaso, advierte
la oscuridad de la muerte
y las sombras de la vida.
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Hermosa décima, Enrique. ¿Por qué se le teme más a una sombra que a la forma física? ¿No serán nuestros propios miedos?
ResponderEliminarGracias, Emilio, por tus palabras sobre mi décima y por el soneto e ilustración de hoy desde tu torre. Fuerte abrazo.
ResponderEliminarEn estos tiempos de malas sombras, donde la mayoría somos prisioneros, la poesía es un buen remedio. Sin saber muy bien por qué, esta preciosa décima me recordó al Mito de la Caverna de Platón donde las sombras eran las únicas realidades de los prisioneros. Gracias, Enrique, por apartarnos un poquito cada día de la cruda realidad.
ResponderEliminarJosé Luis, soy yo, naturalmente. Gracias por tus palabras. Interesante y curiosa esta alusión que haces al platónico mito de la caverna, que me ha hecho releer la décima de nuevo y recordar a mi profesor de Filosofía y mis viejos años de estudiante de Bachillerato: los prisioneros sujetos por los grilletes, los reflejos del fuego, las sombras, el mundo sensible, el conocimiento. Me gustaba mucho todo aquello, tanto como lo del auriga que guiaba un carro tirado por dos caballos, el blanco y el negro. Quizás haya aflorado en la décima todo esto. Un abrazo
ResponderEliminar¡Qué bonitas las ultimas décimas¡Me gusta especialmente "Palomar".Emilio Jiménez lleva mucha razón cuando dice que deben acabar todas en un libro.Es lo menos.La de ayer me encanta porque soy una entusiasta del otoño.
ResponderEliminarEnhorabuena por este último premio,Espinelete.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Maica. Todas son muchas y sería excesivo... Un abrazo.
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