Traje negro, rostro ausente
como el perfil de una sombra,
aguarda por si la nombra
la enfermera de repente.
El dolor, de tan presente,
ya es paciencia y no dolor.
Se adormece en su sopor
y con triste mano aprieta
el papel y la tarjeta
que sostiene con temblor.
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A pesar de la cantidad de decimas que lleva no puedo dejar de sorprenderme de los temas tan dispares que tienen cabida en ellas. Me parece increible hacer una poesia tan real y tan bonita de un tema tan curioso. Lo que me preocupa sin embargo es pensar que haya podido usted estar recientemente en urgencias y que yo no me haya enterado.
ResponderEliminarMuy acertado retrato de quien observa atento su alrededor.
ResponderEliminarSaludos
Gracias, guanche. Paso con cierta frecuencia por urgencias para otros menesteres clínicos y, como dice Rafa a quien agradezco su comentario, observo alrededor. No es más que eso.
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