Nada apenas. Sólo un eco
que aunque nace y se estremece
al punto desaparece
vacío, lánguido, hueco.
En la esquina y recoveco
del empeño de una vida
la débil llama encendida
que ni a fuego pobre alcanza
y que el tiempo, cuando avanza,
ha de dejar extinguida
sábado, 24 de septiembre de 2011
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