Canta. Canta. Canta. Canta
que no hay canto como el tuyo
ni más generoso orgullo
que tu voz que se levanta.
Si alguno se solivianta
será su problema, amiga.
Canta siempre sin fatiga
ni temor, alegremente,
y desprecia sabiamente
la necedad de la hormiga.
miércoles, 14 de septiembre de 2011
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