El mismo esfuerzo sencillo.
La misma llama del fuego.
¿Qué importa si sordo o ciego
quien corre o lanza el martillo?
El mismo laurel, el brillo
de oro y plata en la medalla.
¿Por qué ahora el mundo calla
y deja solo en la pista
al atleta, al deportista
cuando libra esta batalla?
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