De la Peña a la llanura
todo es loma y bajo monte,
inmensidad de horizonte,
tierra en fértil compostura.
El pueblo –pura angostura-
en la altura se encarama
y, entre brotes de retama,
la falda de la ladera
marca al sueño la frontera
de la luz que se derrama.
Enrique, dirás que me repito, pero es que cuando leo tus décimas siempre termino diciendo lo mismo: hermoso, que hermoso... Voy a ehar de menos tu lectura diaria. Un abrazo.
ResponderEliminarQuerida Esperanza, he andado fuera y veo ahora tu comentario. Muchas gracias y un fuerte abrazo.
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