lunes, 21 de mayo de 2012

Lección íntima


Río lento de la vida.
Tiempo a través, la mirada
halla en cada encrucijada
tras el encuentro la herida.
Va de hallazgo en despedida,
sin remedio, el corazón.
Os sostenga una ilusión.
Tal como suenan los tiros
no he de volver a aburriros,
de nuevo, con la lección.

4 comentarios:

  1. No aburre para nada, don Enrique. Las verdades, quejas y alegrías de siempre, bien dichas, aun durante siglos y siglos, son como el agua del río que Vd. menciona: siempre suenan a nuevas.
    Me alegra ver, por los comentarios, que hay muchos que como yo se asoman cada día a ver lo que Vd. ha colgado, es ya costumbre. Me quedo hoy especialmente con los dos versos centrales: sístole y diástole, blanco y negro, luz y sombra... y la inmediatez entre ambas.

    Un saludo muy cordial

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  2. Cómo agradezco el amabilísimo comentario, Antonio. En realidad, esta lección, tan íntima que pocos leerán, aunque también susceptible de una lectura general, iba dirigida fundamentalmente a mis alumnos de la Facultad, de quienes me despido forzosa y obligatoriamente esta tarde, por un singular paro académico del que no sé si habrá tenido alguna noticia por la prensa… Era mi forma discreta de decirles adiós y suerte. Siempre mi agradecido y cordial saludo.

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    1. Me alegro de que sea así, al menos por este lado: sonaba como a que se nos cansaba de pronto (cosa a la cual, por supuesto, tiene todo el derecho) o a que empezaba a perder confianza en sus versos o algo parecido; de ahí mi comentario. Sí que me he enterado del caso, y ahora todo cuadra. Que vaya bien para todos finalmente, para sus alumnos y por supuesto para Vd. Hasta otra ocasión, don Enrique.

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  3. Bueno, sí que ando cansadillo, Antonio, pero intentaré llegar a las mil consecutivas allá por el mes de noviembre, siquiera para que algún buen amigo no pierda su apuesta con un escéptico... Un fuerte y agradecido abrazo

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