Sin desazón de su madre
-lanzado al suelo con prisa-
mi hijo, con gran sonrisa,
rompió el reloj de su padre.
Ante tamaño desmadre
reprendí yo al infractor
y precisamente por
este esfuerzo educativo
me llevé yo el correctivo:
-que es muy chico, por favor.
El menosprecio de lo bello
Hace 13 horas
el poeta ha dado en el clavo. qué razón tiene!
ResponderEliminarSe agradece la coincidencia de criterio. Veo que la rotura infantil de relojes y situaciones análogas que dan lugar a estas mínimas discrepancias son hecho frecuente.
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